Archivio

Archive for the ‘influenza – español’ Category

La influenza, de origen español

4 luglio 2009 1 commento

El presente articulo fue publicado en el semanario mexicano Proceso, el día 4 de julio de 2009.
______________
“Podemos afirmar que el virus A/H1N1 no tiene como origen nuestro país”, afirmó el embajador mexicano en Italia, Jorge Chen.
En una entrevista firmada por Vito Taormina y publicada en junio por el periódico en lengua italiana Il Sole d’Italia, que se edita en Playa del Carmen, Quintana Roo, el diplomático mexicano explica que el primer caso reciente de influenza tipo A/H1N1 se habría originado en España en noviembre pasado, según un documento publicado por la organización europea Eurosurveillance.
Aunque la entrevista intenta impulsar el clima de serenidad “para que el turismo extranjero regrese a esas tierras”, el embajador Chen sostiene que “dado que en México no hay casos de influenza A/H1N1 ya desde hace décadas y no hay animales enfermos, es de suponer que el contagio se haya verificado de persona a persona, lo que permite afirmar que México ha recibido el virus y no lo ha originado”.

El caso español

Tras ser consultado telefónicamente por este reportero, el embajador Chen confirma la declaración. “En una revista científica aparece el primer caso en noviembre de 2008”, explica el diplomático.
A pregunta expresa del por qué esta información no es manejada públicamente en México, el funcionario responde: “Pues yo todo lo he notificado a las autoridades en México”. Y añade que “una cosa es cómo (la epidemia de la influenza) se ha manejado en la prensa y otra cuestión son las publicaciones científicas”.
Según Chen, “sería especulativo ofrecer una razón por la que el gobierno mexicano no haya manejado públicamente esta información, por lo que mejor no digo nada”.
Para que quede aún más claro, el diplomático enfatiza: “O sea, yo no digo nada. No soy yo el que afirma o que escribe, yo simplemente proporciono la información o los guío en donde está la información”.
Termina la llamada y aclara: “Yo estoy aquí para que fluya la información lo más posible”.
La noticia específica a la que se refiere Jorge Chen es un documento publicado en la red del sitio de Eurosurveillance, “un periódico de acceso e intercambio libre acerca de monitoreo, prevención y control de enfermedades infecciosas en Europa”.
Según los editores del periódico, “cada semana al menos 14 mil lectores envían material que luego se publica en línea cada jueves y sobre papel cada tres meses”.
De acuerdo con el documento enviado a la página de Internet el 9 de febrero pasado y publicado hasta el 19 del mismo mes, firmado por la doctora Begoña Adiego Sancho, de la Dirección General de Salud Pública de Zaragoza, España, y otros funcionarios del Hospital Miguel Servet de la misma cuidad –de la Subdirección de Salud Pública de Teruel y del Centro Nacional de Microbiología de Majadahonda–, “el 8 de noviembre de 2008, una mujer de 50 años desarrolló repentinamente fiebre, tos, cansancio extremo, dolor de cabeza, irritación a las mucosas y escalofríos”.
Fue hasta el 12 de noviembre que “el médico de medicina general que la visitó, miembro del sistema de control de la influenza, le aplicó un tampón a la faringe y lo envió al Laboratorio de Microbiología del Hospital Miguel Servet, en Zaragoza”, mismo que es parte del Sistema de Control Nacional de Virología de la Influenza.
Según el documento, “la paciente, que no reportaba viajes recientes, no necesitó algún tratamiento específico o de permanencia hospitalaria y se recuperó completamente”. Explica que la paciente “trabajaba en una granja porcina a conducción familiar y fue expuesta de manera directa y cercana con los animales”.
Sin embargo, “ningún otro familiar o colega ha presentado síntomas de la influenza antes o después de haberse manifestado este caso, ni tampoco los animales presentaron algún problema”.
Por otro lado, señala el estudio, “el médico general que visitó a la paciente refirió haber manifestado un síndrome de simil-influenza después de haberla visitado, aunque a él no se le aplicó algún tampón a la faringe”.
Narra el documento que en la semana 46 de 2008, cuando se señaló este caso, en la región se estaba registrando una baja actividad de la influenza. Y explica que después de que el pasado 13 de enero el Laboratorio Nacional de Referencia para la Influenza señaló públicamente este primer caso de influenza por virus A/H1N1, “se adoptaron las siguientes medidas: el 20 de enero ha sido instalado el control activo en el lugar de brote del caso y han sido recolectadas pruebas de sangre del médico general y de cuatro familiares que entraron en contacto con el primer caso”.
Al mismo tiempo, “se pidió autorización escrita para los exámenes debidos y se aplicó un cuestionario para recoger informaciones relativas a las seis personas en cuestión”.
Hasta la fecha de la publicación del documento, en febrero de 2009, “no se encontraron otros casos asociados a la granja”.
El documento añade: “De acuerdo con lo previsto por el reglamento sanitario internacional (IHR, 2005), el episodio fue informado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un caso de influenza causada por un virus distinto a los que circulan en el hombre”.
Explica de manera detallada el camino realizado para aislar al virus. “Después de que el 13 de enero se determinó que el virus era de tipo A, un laboratorio señaló el aislamiento de un virus tipo A, subtipo H1, genéticamente cercano al aislado humano A/Switzerland/8808/2002 de origen porcino que ya había sido identificado como posible causa de esporádicas infecciones humanas de origen porcino”.
El estudio sostiene que “las investigaciones epidemiológicas nos llevan hacia una infección humana tipo influenza para personas expuestas con los cerdos por razones profesionales”.
Y abunda:
“Esporádicos casos de virus porcinos han sido descritos anteriormente sobre todo en personas jóvenes (menores de 25 años) en contacto con puercos”. Sin embargo, “la transmisión de hombre a hombre no puede ser confirmada”.
Para terminar, afirma que “este evento no se puede considerar inesperado y no representa un riesgo para la salud pública”, por lo tanto “no se requieren medidas específicas” en esta materia.

Debate científico

Al estudio presentado después del caso español, en el mismo periódico en línea apareció otra nota que avanzó algunas hipótesis. En el documento, firmado por el doctor Van Reeth, del Laboratorio de Virología de la Universidad de Ghent en Bélgica, y por el doctor Nicoll, del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades con sede en Suecia, publicado el mismo 19 de febrero, los dos científicos europeos afirman que “si bien el caso señalado (el de la mujer de 50 años en España) muestra el bajo nivel de amenaza a la salud humana de todo tipo de virus porcino, este mismo caso señala la importante laguna en el conocimiento de este tipo de influenzas”.
Dicho de otra manera, explican los dos investigadores, “la verdadera incidencia de la influenza porcina en los humanos es desconocida”.
Según el citado estudio, “aunque el riesgo del virus porcino para la salud humana es desconocido, es probable que sea elevado”. Más adelante añade: “Tenemos dos problemas. El primero es que lo estudios (…) se han limitado casi exclusivamente a los virus de tipo aviario. El segundo, es que si bien el sistema inmunológico humano protege generalmente del virus H1 o H3, no tenemos estudios acerca de la evolución de estos virus en los animales”. Por estas razones, “este tipo de investigación es necesaria para comprender el riesgo basado sobre pruebas científicas y no solamente en hipótesis”.
Continúa: “No saber estas cosas lleva al riesgo de que se produzca un nuevo virus, inclusive pandémico (…) Recientemente en Estados Unidos (‘Caso de influenza A/H1N1 en Wisconsin’, 2008) apareció un caso de influenza porcina originada por la combinación de virus humano, porcino y aviar”.
Afortunadamente, explican los investigadores, “éste y otros casos similares de influenza porcina que puedan generar pandemia no han sido detectados”.
Sin embargo, insisten, “el verdadero riesgo sólo puede ser descubierto al juntar la investigación epidemiológica con la investigación experimental”. Por ejemplo, afirman, “muchos científicos se han dedicado a aconsejar la vacunación anti-influenza en las personas que trabajan de manera cercana con los puercos para reducir el riesgo de infección”.
No obstante, “la experiencia con trabajadores agrícolas no ha sido satisfactoria, pues se ha transmitido la idea que la vacuna ofrece absoluta protección cuando en realidad ofrece sólo reducir el riesgo”.
Finalmente, los investigadores europeos afirman: “La posible eficacia de las vacunas en contra de la influenza humana para controlar la influenza porcina sigue siendo desconocida”.

Las otras epidemias: sanidad precaria y control social

14 Maggio 2009 Lascia un commento

El presente artículo fue publicado en el periodico español Diagonal el día 14 de mayo de 2009
___________

La empresa Granjas Carroll SA, filial de la estadounidense Smithfield Food Inc, en la comunidad de La Gloria (Veracruz), ha sido señalada en México como el origen de la actual cepa del virus. La empresa norteamericana está bajo proceso en EE UU desde hace varios años por su modelo productivo altamente contaminante. No es sorpresa que este tipo de producción industrializada se desplace hacia el sur del mundo, en concreto, a zonas de pobreza extrema, como La Gloria, donde los controles y las exigencias sanitarias son menos estrictos y las autoridades más corruptibles.

Es necesario, no obstante, señalar también otras causas de la actual situación íntimamente ligadas a la anterior en el marco del modelo neoliberal. La primera, y más apremiante, es el largo proceso de privatización del sistema sanitario, tanto en México como en otros países. Si hace 20 años México podía presumir de un sistema de vanguardia en cuanto a investigación científica y servicios de salud, hoy el sistema sanitario mexicano fue puesto de rodillas por un microscópico virus. No sólo los hospitales no pudieron atender como se debe a los cientos de ciudadanos que acudieron a ellos, no sólo el abastecimiento de medicinas fue insuficiente, no sólo no había (hasta una semana después de declarar la emergencia) laboratorios capaces de detectar el nuevo virus, sino que el sistema sanitario por entero, en su capítulo epidemiológico, no fue capaz de entender a tiempo la magnitud del problema. De modo que no es difícil creer al Gobierno cuando afirman que “no sabían que se tratara de un nuevo virus”.

¡Claro está! Tuvieron, según ellos, que esperar a la confirmación de laboratorios extranjeros de Canadá y EE UU para lanzar la alerta.

Por el contrario, es culpable el Gobierno mexicano al no admitir que subestimó (y decirlo así, es quedarse cortos) las numerosas denuncias que se venían dando desde meses atrás en contra de los brotes de influenza atípica en las comunidades rurales de Veracruz.

La otra gran causa de este problema sanitario, que sólo recientemente ha sido admitida por parte de las autoridades, es la pobreza. Esa sí se ha esparcido como una epidemia de magnas proporciones. Setenta millones de pobres en México no son de ayuda en esta situación. El acceso a los servicios de salud es limitado o nulo, mientras que comprar los medicamentos necesarios resulta imposible para la mayoría de la población por sus altos precios. El tristemente famoso Tamiflu cuesta 350 pesos, frente a un salario mínimo diario de casi 50 pesos. Hoy el medicamento está agotado y su reventa en internet rebasa los 900 pesos. La elevada desnutrición que hace más vulnerable a la población es, entre otras, una de las consecuencias inmediatas de esta situación.

Elecciones en julio
Los resultados de todas estas circunstancias los padecemos hoy en México. El Gobierno presume de haber controlado la epidemia, cuando lo que hizo más bien fue obligar a la población a enfrentar las duras condiciones de la alerta: quedarse en casa, evitar el contacto humano, padecer los daños económicos del paro de las actividades. Ahora comenzará la batalla para que no sean los trabajadores con sus salarios quienes paguen el coste económico de la crisis sanitaria este año (hasta el 1% del PIB). Los mexicanos también sufren las consecuencias del decreto presidencial que armó a la secretaria de Salud de poderes especiales, como la capacidad de intervenir teléfonos y entrar en los domicilios, sin límite de tiempo.

Estos dos últimos aspectos son, entre otros, los que determinarán el futuro próximo: el capítulo económico, que ya está premiando al sector privado farmacéutico con las compras ‘de emergencia’, y el de las medidas extraordinarias para el control del virus (y de la población). Primera prueba de fuego para el Gobierno de cara a las elecciones federales que tendrán lugar el próximo 5 de julio.

Ser migrante contagiado

3 Maggio 2009 Lascia un commento

El presente artículo fue publicado en el periodico mexicano La Jornada el día 13 de abril de 2009
___________

Ya no se aguantó y frente a la portería, frente a los miles de espectadores que habían asistido a ver al espectáculo futbolístico que ni el virus porcino frenó y frente a las cámaras hambrientas de goles, el jugador del equipo tapatío de las Chivas soltó un escupido, un golpe de tos, y descargó su nariz encima de un jugador adversario del equipo chileno al que enfrentaban. En las mismas horas, una ciudadana mexicana que se encontraba en Roma, Italia, tuvo que renunciar a una cita de trabajo que tenía en la capital italiana. Se la habían cancelada.

Es interesantísimo admirar las reacciones del mundo frente a la epidemia porcina desatada desde México. Más allá de las reacciones gubernamentales que buscan, según ellos, contener al contagio, resulta sumamente didáctico observar las reacciones irracionales que acompañan al miedo generado en el mundo. Si algún mérito está teniendo este maléfico virus porcino es precisamente el de habernos enseñado que todos somos iguales. Y todos somos distintos al mismo tiempo. A diferencia del miedo generado por la violencia del narcotráfico –aquí en México– o del miedo generado en contra de los migrantes –allá en Europa– el temor que se ha generado en estos días en el país y en el mundo es tan transversal como lo es la posibilidad del contagio. Nadie está a salvo, todos podemos ser víctimas. Y así las cosas, si en la capital mexicana crecen la sospecha mutua, el temor ajeno, el miedo recíproco, la desconfianza bilateral, en el mundo comienzan a mirar hacia México como a un país de infestados, portadores del nuevo mal, pecadores castigados por quien sabe cual dios justiciero. Si la actuación gubernamental es puesta en entredicho por los medios de comunicación extranjeros, la reacción popular parece ser la condena de todo un pueblo. Los mexicanos ya somos los contagiados y hoy asomarse, en calidad de ciudadano de este país, en otras tierras implica recibir lo que se les reserva a diario a los migrantes.

En la Unión Europea, como en Estados Unidos, las facciones políticas y sociales más racistas siempre han utilizado, entre otros, el argumento que supone que los migrantes, sobre todo si tienen otro color de piel, si hablan un idioma tan diferente, hasta si huelen distinto, son portadores de enfermedades desconocidas, enfermedades atávicas, ya debeladas en los países receptores, peligrosas epidemias de quién sabe qué. El mismo enfoque, no hay que negarlo, se reproduce en este país hacia otras categorías sociales, como los son, por ejemplo, las poblaciones indígenas. Ahora, al contrario, este virus, que tenía que proceder desde un puerco para que nos acordáramos de nuestra intermitente naturaleza, nos puso a todos los mexicanos en el mismo barco: estamos contagiados y por esto mejor mantenernos alejados.

Las medidas restrictivas hacia México adoptadas por distintos países en el mundo hablan claro en este sentido. Hay quienes cierran vuelos procedentes de estas tierras. Hay quienes ya no importan cerdos desde aquí. Y hay quienes que, como lo hacen la mayoría de los medios de comunicación europeos, aíslan a México. Está claro, por ejemplo, que muchos medios comenzaron a contabilizar a los contagiados solamente cuando éstos aparecieron en Estados Unidos. Mientras aquí parecía que se moría con tal rapidez que nos obligó a encerrarnos a todos, los medios extranjeros casi ni consideraban a nuestros muertos. Tenía que morir una niña de 23 meses –¡claro, mexicana!, subrayaron todos los medios europeos– para que la atención se elevara. La misma petición de que la nueva influenza cambiara de nombre y se llamara mexicana despierta ciertas sospechas acerca de la voluntad de aislar al virus aquí, en México. Poco importa que se siga tratando de salvar del derrumbe a la industria –y no a los pequeños productores– agropecuaria nacional y trasnacional cuyo modelo es una de las principales causas de la epidemia que nos agita.

La frontera norte de nuestro país no se cierra. Por lo pronto. Pero habría que apostarle a que hoy cruzarla, ya sea legalmente, se convertirá en un infierno de miradas cruzadas por encima del hombro del funcionario en turno y bajo las sospechas de cualquier ciudadano que nos agarre en el intento. Y sin embargo, aún desconociendo el número preciso de las muertes por este letal virus porcino, habría que recordarles a los demás países del mundo que aquí en México y allá, desafortunadamente, el contagio es otro. No es el virus porcino, sino el virus de la indiferencia el que nos preocupa. Y muy poca gente está afectada. Los demás seguimos con las buenas costumbres solidarias que nos enseñaron. Ese virus de la indiferencia está matando mucho más que la temida fiebre porcina. Mata cada día a decenas de migrantes que con mucha dignidad buscan mejores opciones de vida en otras tierras.

Así las cosas la esperanza es que la actual influenza porcina nos pueda de una vez enseñar a los mexicanos, entre otras cosas, que somos más iguales de lo que muchos creen. Y que no hay que ser pobre, campesino, indígena, extranjero, moreno o negro para ser discriminado. Será suficiente ser contagiados por el miedo ajeno. Por esto, resulta ser una verdadera lástima que la cumbre en contra del racismo celebrada hace unas semanas en la Unión Europea no haya declarado también que está prohibido discriminar por enfermedad.